Alcaldía Sala de Prensa Noticias Bajo las ruinas, Víctor halló las puertas de la felicidad

Bajo las ruinas, Víctor halló las puertas de la felicidad

Contenido asociado a:

Pertenece a las secretarías:

Secretaría de Infraestructura Física | Secretaría de Movilidad

Foto: Bajo las ruinas, Víctor halló las puertas de la felicidad. Fotógrafo: Foto Alcaldía de Medellín 2022-05-09 Bajo las ruinas, Víctor halló las puertas de la fe...

Compartir en:
  • Foto: Bajo las ruinas, Víctor halló las puertas de la felicidad.

    Fotógrafo: Foto Alcaldía de Medellín

    2022-05-09

    Bajo las ruinas, Víctor halló las puertas de la felicidad

    Por Fredi Arboleda

    Las manos de un hombre del Chocó ayudan, por estos días, a conformar los 18.000 metros cuadrados de espacio público que tendrá el intercambio vial de Colombia con la 80, en el occidente de Medellín. Esas mismas manos hallaron entre ruinas de demolición puertas, ventanas y baldosas que la empresa contratista de la EDU le facilitó  adquirir.  Víctor y otras 499 personas beneficiarias han tenido la bendición del trabajo.

    Víctor Romero Mosquera Valencia sí que sabe que conseguir una casa tiene mucho esfuerzo.

    Había tan solo cuatro paredes en mi casa. Lo tumbé todo por dentro. Estuvo 10 años abandonada y se estaba cayendo –dice. “Se la arrendé a un cliente que la acabó de tumbar”, agrega.

    Entonces se fue a vivir a otro barrio. No quería saber nada de ese sitio.

    Literalmente, la vida de Víctor surgió de las ruinas.

    Retira su casco amarillo de donde se aferran unos audífonos para proteger sus oídos de los sonidos de la obra. Haciendo las pilas con otros compañeros del intercambio vial de la 80 con Colombia, de dientes para adentro, se preguntaba: “¿Cómo hago para mejorar mi casa, para vivir?

    Con ese desespero, las cosas se me fueron dando”, afirma este hombre negro de 47 años de edad oriundo de Istmina, Chocó.

    Bajo las ruinas, Víctor halló las puertas de la felicidad

    Necesitaba una puerta, una ventana y Luisa –trabajadora social de la compañía ACIC y encargada de procesos de demolición- le decía: “Espere, espere”. Pasaron seis meses para que la vida de Víctor literalmente tuviera un intercambio.

    En las demoliciones de la obra iba poniendo su nombre con marcador en un adobe, en una puerta o en una ventana, como para asegurar  que algún día iban a ser suyas.

    De entre las ruinas que iban a dar paso a las obras del intercambio vial fueron saliendo los adobes y las baldosas para su casa. Luisa se los separó. Y como Víctor es afiliado a la fundación que tiene la compañía contratada por la EDU, pasó lo que nunca había pasado en los 30 años de labores que se acumulan en su vida: se las vendieron al precio más bajo y así pudo hacerse a la puerta que tanto le gustaba y hasta a una cabina de baño que quedó de las demoliciones. Otras cosas, la firma contratista permitió que sencillamente las tomara.

    Llegar con la puerta  o con la ventana, construyó la felicidad de su familia.

    Aquí tengo lo que no conseguí en todos estos años”, dice.

    Es una mañana de cielo azul y nubes espigadas sobre la cabeza de cabellos crespos de Víctor. Hay humo de volquetas y golpes contra la tierra. Es que Víctor tiene la bendición, esa misma que da el trabajo.

    Víctor es uno entre un grupo de hombres de piel oscura que trabajan en la obra. El día lo pasa haciendo bordillos, retiros, puliendo pisos que hacen parte del urbanismo del intercambio vial y es de esa manera que de sus manos gigantes toman forma los 18.000 metros cuadrados de espacio público que tendrá el lugar.

    351 toneladas de materiales aprovechables, que en el pasado habrían sido vendidos a otras empresas, terminaron esta vez construyendo y reconstruyendo la felicidad familiar de tener una casa linda como la de Víctor y por lo menos 499 obreros y personas de la comunidad reedificaron su vida. De las ruinas salieron 300 milagros, 300 bendiciones más, es decir, se hicieron o rehicieron 300 casas con materiales de demolición.

    En ese sitio del que Víctor, algún día nada quiso saber, está ahora su casa linda en el barrio El Salado. Bajo el número 39B- 46, al terminar su jornada trabajo, todos los días se abre la puerta y, adentro, en su casa, lo espera su felicidad.

    Compartir en:


    Acércate a la Alcaldía de Medellín

    Ir al contenido