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El sector de educación, cultura, participación, recreación y deporte de Medellín está cambiando vidas con iniciativas que abordan la desnutrición infantil, revitalizan la educación, garantizan la participación y celebran la diversidad cultural.
El sector de educación, cultura, participación, recreación y deporte asumió la misión de cambiar vidas con un enfoque en el bienestar integral, la inclusión y el acceso a oportunidades. Uno de los desafíos más críticos es la desnutrición infantil. Desde las acciones de salud y nutrición, se vienen implementando programas y proyectos que devolvieron la sonrisa a cientos de niños, niñas y adolescentes de nuestra ciudad.
La educación también encontró su renacer, donde más de 22 000 estudiantes volvieron a las aulas gracias a los esfuerzos de la Secretaría de Educación. Estos niños, niñas y adolescentes, que habían perdido la esperanza, ahora ven las aulas como puertas hacia un proyecto de vida edificante, además, las intervenciones en 133 sedes educativas no solo transformaron espacios físicos, sino también el bienestar y sueños de quienes los habitan y dan vida.
En el ámbito cultural, los resultados fueron profundamente inspiradores, con más de 180 000 personas participando en eventos y actividades que no solo celebraban la diversidad, sino que también fomentan la confianza como pilares esenciales de la convivencia. Estos eventos culturales actúan como catalizadores para el desarrollo de una ciudadanía comprometida y consciente, capaz de valorar y respetar la diversidad, mientras se construyen lazos de confianza y cooperación que son fundamentales para el progreso y la estabilidad de cualquier comunidad.
Sumado a lo anterior, el INDER ha reparado 175 escenarios deportivos, convirtiéndolos nuevamente en puntos de encuentro para comunidades enteras, donde las risas y los aplausos suenan más fuertes que nunca. Más que reparaciones, estas intervenciones redefinieron estos espacios como epicentros comunitarios y de unión familiar.
La participación ciudadana fue otro gran logro. Modificar el Decreto de Presupuesto Participativo fue un acto de valentía que aseguró que los recursos llegaran a quienes realmente los necesitan. Así, las voces de las comunidades fueron escuchadas, sentando las bases para una gobernanza participativa más inclusiva y transparente.