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En el Olaya Herrera, cuando se apagan las turbinas comienza la velada del bandoneón

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Por: Textos y fotos: Juan Carlos Valencia Gil y Editor: Alonso Velásquez Jaramillo. |

Con el programa Aires de Gardel, el Aeropuerto Olaya Herrera de Medellín ofrece clases de tango y milongas con ingreso gratuito. La estrella de las jornadas es Rosita, q...

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  • Con el programa Aires de Gardel, el Aeropuerto Olaya Herrera de Medellín ofrece clases de tango y milongas con ingreso gratuito. La estrella de las jornadas es Rosita, que a sus 98 años disfruta estos encuentros alrededor del baile y la conversación.

    “Como una queja errante,
    en la campiña va flotando
    el eco vago de mi canto,
    recordando aquel amor”. 

    La triste y bella Merceditas, de Ramón Sixto Ríos, es una de las canciones que suenan en esta sesión. La interpreta la Orquesta Símbolo Osmar Maderna con las voces de Adolfo Rivas y Raúl Aldao, mientras llora el bandoneón por ese amor.

    Aires de Gardel

    Bailan 29 parejas y entre ellas se destaca una: la mujer lleva vestido azul, zapatos negros y pelo corto dorado, dorado como su reloj. Se llama Rosa Amelia Góez, más conocida como Rosita; tiene 98 años, manos delicadas y es la estrella que más brilla esta noche de julio. La acompaña Domingo Acevedo, el profesor de la clase de tango, de 35 años y oriundo de San Onofre (Sucre).

    Sucede en el Patio Gardel, en el Aeropuerto Olaya Herrera, espacio emblemático de Medellín, declarado Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural por su valor patrimonial arquitectónico y por ser representativo de la historia y la identidad de los colombianos. Allí, en un accidente de aviación en 1935, murió el reconocido cantante nacionalizado argentino Carlos Gardel, de ahí la importancia del Zorzal Criollo para el aeropuerto, que cuenta con Patio Gardel y Plaza Gardel.

    El Olaya Herrera tiene el programa Aires de Gardel, con el que ofrece milongas y clases de tanto gratuitas en el Patio Gardel con entrada libre. Las clases son los miércoles, de 7:30 p. m. a 9:00 p. m., y las milongas, el segundo domingo de cada mes, de 2:30 p. m. a 6:00 p.m., y el tercer sábado del mes, de 4:00 p. m. a 8:00 p. m.

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    Rosita, la reina del lugar

    No me gusta que me digan doña”, aclara Rosita, sentada junto a su hija, Marta Santana. Tiene dos hijos: Marta y Mario; tres nietos y tres bisnietos. Es de Santa Fe de Antioquia, pero a sus nueve años llegó a Medellín con su madre y su hermana Ligia. Vive en Belén San Bernardo y a su casa van los profesores Wilson Ayala y Guillermo López, dos veces por semana, a darle clases de tango. Le gusta este género musical y por eso asiste a las sesiones del aeropuerto desde que empezaron, en 2015.

    Rosita con su hija Marta Santana: Marta Santana acompaña a su madre, Rosita, en la pasión por el tango.

    Me encanta la música. Me gusta el tango desde que tenía 12 años, eso viene en la sangre. Estoy aprendiendo”, cuenta Rosita.

    Su hija Marta también es una enamorada del tango. “Por las letras, su musicalidad, la manera de bailarlo; es infinito”, expresa la mujer que acompaña a su madre en la pasión por este género, tan característico de Buenos Aires (Argentina) y Montevideo (Uruguay) y que también tiene seguidores en Medellín.

    Programa Aires de Gardel. Foto Daniella Velásquez Gallego

    Esta noche ambas llegaron casi al inicio de la clase, cuando ya estaban las demás parejas. Un largo aplauso las recibió y, en un ambiente de camaradería, se juntaron para la foto con Rosita, la protagonista, en la mitad.

    Y vienen de…

    Ya estaban en el sitio bailarines de Belén, Robledo, Suramericana, El Poblado, Cristo Rey y Carlos E. Restrepo (Medellín); Cabañas (Bello); Envigado, Sabaneta y hasta una joven de Caracas (Venezuela) con un muchacho de Massachusetts (Estados Unidos).

    A las clases de tango en el Olaya Herrera asisten entre 50 y 80 personas; a las milongas, unas 100

    Hace un rato se apagó el sonido de las turbinas de los aviones y terminó el correcorre de pasajeros entrando y saliendo. Ahora hay silencio, calma y las voces bajas de quienes se van sumando a la reunión musical.

    La maestra

    La sesión la coordina Guiomar Bitar, una cartagenera con alma de paisa. Lleva más de 30 años en la capital antioqueña y es promotora del tango. “El tango para mí fue una terapia cuando tuve un cambio emocional. Joven me enamoré de él; sus canciones son poemas”, dice esta mujer, madre de dos hijos y dueña, hasta hace unos años, de una academia de baile de tango.

    Guiomar Bitar, promotora del tango, es cartagenera y lleva más de 30 años en Medellín.

    Para Guiomar, lo más gratificante de su labor en Aires de Gardel es ver la felicidad de los asistentes. “Hay unos mayores que son muy solos”, anota y en su entorno se ven los aficionados, mujeres y hombres de diversas edades: 40, 50, 60, 98 en el caso de Rosita y otros entre los 20 y 30 años. Son bienvenidos los que saben, los que tienen nociones y los que van a empezar en esta danza.

    Ella recorre el espacio, observa a las parejas, les hace comentarios para que pulan su técnica y también se anima y baila. Considera que Medellín es la segunda ciudad tanguera del mundo, después de Buenos Aires (Argentina). Por eso quiere que cada vez llegue más gente a las clases y a las milongas, eventos en los que bailan tango, vals y milonga. A las clases asisten entre 50 y 80 personas; a las milongas, unas 100.

    Guiomar Bitar, promotora del tango en Medellín, y Domingo Acevedo, profesor de la clase de tango, les enseñan a los asistentes del programa Aires de Gardel.

    El adiós

    Se acercan las 8:30 p. m. Con movimientos elegantes y sobrios, las parejas están concentradas en el ritmo de la noche marcado por el bandoneón, el contrabajo, el violín y la viola. Suena Si yo pudiera comprender, de Oscar Rubens. La interpreta la Orquesta Típica Sans Souci: 

    “La noche fue envolviendo el alma mía
    y en esa oscuridad me pregunté:
    ¿Qué es lo que faltó? ¿Qué no te di?
    Si solo para ti
    vivía yo, corazón”.

    Nos vamos, pero el sonido nostálgico de la música ciudadana inunda el escenario y la foto silente de Gardel contempla a los bailarines que siguen en escena. Atrás quedó el sonido de las turbinas de los aviones, porque esta noche es de tango y bandoneón.


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