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Javier Correa se la rebusca cada día cerca del parque de Belén Malibú. Es trabajador de oficios varios, rondero informal, les hace diligencias a los habitantes del sector y, porque le nace, barre una cuadra, con lo que complementa el trabajo de Emvarias y contribuye a la limpieza de la ciudad. Los vecinos lo tratan con confianza y valoran su labor.
Faashh, faashh, faashh… El sonido de la escoba contra el pavimento rompe el silencio de la mañana de un miércoles en el sector Belén Malibú del barrio Rosales, en el occidente de Medellín.
A las 7:15, desde una de las esquinas del parque se ve a un hombre barriendo la calle, sobre todo hojas de los árboles. Tiene uniforme de vigilante: botas negras platineras gastadas por el trajín, cachucha y pantalón azules oscuros, camisa azul rey y bastón de mando.
Por su propia iniciativa, Javier barre una cuadra en Belén Malibú. Recoge, sobre todo, hojas de los árboles.
A ambos lados de la vía hay casonas y uno que otro edificio de pocos pisos. Se destacan los pinos vela y el sonido de los pájaros. Hace un rato, a eso de las 6:00 a. m., escampó, y ahora el hombre aprovecha para seguir barriendo este tramo, como todos los días: es la calle 32E entre las carreras 66C y 67. “Hola, Javi”, lo saluda una mujer que pasa junto a él. Luego a otra, que va hacia su trabajo, la acompaña hasta el parque.
Javier Antonio Correa Ramírez trabaja en el sector en oficios varios. Es rondero informal. Aunque a veces porta uniforme de seguridad privada, no es parte de ninguna empresa de vigilancia, sino que estas prendas las compró en la zona de la Plaza Minorista.
Por los 28 años que lleva laborando allí y por su actitud de servicio, los habitantes confían en él, le piden que les haga diligencias y él, por su propia iniciativa, barre esta calle y contribuye a que la ciudad siga siendo la Tacita de Plata. En Malibú, comuna 16 (Belén), varias vecinas también barren la carrera 67 entre calles 32C y 32E, trayecto correspondiente al parque. Con su comportamiento cívico y cuidado del espacio público, ellos complementan la labor de los operarios de barrido de Emvarias.
“Ojalá todos pongamos de nuestra parte para mantener la ciudad limpia”, expresa Javier, un señor de 60 años nacido en Yalí, Nordeste antioqueño, que cada día se levanta a las 4:00 a. m. Sale de su casa en el barrio La Gabriela de Bello, toma un bus que lo transporta hasta el Centro de Medellín y de ahí camina media hora hasta Malibú, adonde llega tipo 6:30 a. m.
Recorre su entorno de trabajo, lo barre, hace arreglos de plomería o jardinería que le solicitan los residentes, se come lo que lleva en su coca o en ocasiones ellos lo invitan a comer en sus casas y, a eso de las 6:30 p. m., emprende el mismo camino hasta su hogar. Una rutina de todos los días, excepto una jornada en la que descansa cada dos semanas. “La gente me trata bien, con respeto. Eso es lo que más me gusta de mi labor”, comenta.
Medellín es como Vos es una estrategia del Distrito para recuperar la confianza entre todos y fortalecer la cultura ciudadana resaltando comportamientos que propician convivencia y corresponsabilidad. Javier: Medellín es como Vos, una ciudad construida con sentido de pertenencia y de servicio por quienes nacen en ella y por los que llegan de otros lugares a vivir, trabajar o estudiar aquí.
“Es un hombre con una labor maravillosa. Sin tener un trabajo fijo viene todos los días, nos cuida y nos ayuda en las casas. Cuando no viene nos hace mucha falta, gente así ya no hay”, dice una habitante de Malibú. Suenan aviones que salen o arriban al aeropuerto Olaya Herrera, ubicado cerca de este sector.
Habitantes de Malibú tratan con confianza a Javier y valoran su labor.
El origen campesino de Javier se refleja en su nobleza. Sus padres, Joaquín Correa e Irma Ramírez, ya murieron. Tiene seis hermanos; todos, mayores que él. Vivió en una vereda de Yalí y de ocho años se fue con su familia para Puerto Berrío, Magdalena Medio antioqueño, donde su padre trabajó como mayordomo en una finca.
Se quedaron en Puerto Berrío y luego, en 1989, varios del grupo familiar se radicaron en Bello. Desde entonces, Javier ha vivido en este municipio del norte del Valle de Aburrá; primero, en Niquía Camacol y actualmente en La Gabriela. Tiene un hijo de 37 años y una nieta de nueve.
El primer oficio en el que se desempeñó en Malibú fue el de vigilante. “Un señor tenía puestos de vigilancia y le pedí trabajo a él”, recuerda sentado en el parque de este sector, donde labora para costear sus gastos, empezando por el arriendo de su vivienda.
-Detrás de un matojito.
Vuelve a la calle 32E y agarra la escoba de nuevo. Por la vía pasan lentamente un carro y una moto de enseñanza de conducción. Por los andenes, hombres y mujeres pasean a sus perros y saludan a Javier. El espacio luce limpio y él sigue trabajando. Dice que así lo hará mientras su salud se lo permita.
Belén Malibú. Calle 32E entre carreras 66C y 67, cuadra en la que, cotidianamente, barre Javier.
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