Las labores domésticas y del cuidado ¡Son asuntos de la sociedad entera!

¿Qué es la Economía del Cuidado? 

Es el trabajo no remunerado que se hace, en la mayoría de las veces en el hogar, dentro de las casas y es realizado mayoritariamente por mujeres, está relacionado con el sostenimiento de la vida, e incluye el aseo de la vivienda, la alimentación, los cuidados a personas de la familia o la comunidad y, por tanto, gracias a esta serie de tareas no remuneradas se da mantenimiento a la fuerza de trabajo remunerado.  

Hablamos de cuidados como “actividades que tienen un gran impacto sobre el bienestar, pero que además sostienen el resto de las esferas que participan de la resolución de necesidades humanas, incluyendo los mercados”.  

¿Cuáles son esas labores? 

– Preparar y servir alimentos, levantar y lavar los platos.
– Lavar, planchar y doblar la ropa.
– Limpieza, mantenimiento y reparaciones para el hogar.
– Presupuestar gastos de alimentos, mercar.
– Realizar tareas escolares, alimentar, cuidar y atender las necesidades de los menores.
– Cuidar y atender las necesidades físicas de los miembros del hogar en momentos de enfermedad, adultez o alguna discapacidad o estado de dependencia.
– Apoyar a los miembros del hogar en trámites, compras de alimentos, etc.
– Voluntariado en la comunidad con actividades propias del cuidado.
– “Estar pendiente del hogar” (cuidado pasivo)
– Trasladar a personas por asuntos escolares o de salud.
– Cuidado de la tierra, las siembras y los animales domésticos.

La cantidad de tiempo dedicado a trabajos no remunerados limita el acceso de las mujeres a ingresos propios y afecta la capacidad de adquirir los mínimos para la sobrevivencia en tiempo de crisis. Esta sobrecarga de trabajo doméstico y del cuidado no remunerado, también afecta significativamente la salud física, mental, sexual y social de las mujeres.

Además, la naturalización de las violencias al interior de los hogares, sumada al aislamiento y distanciamiento social por la cuarentena, implica mayores riesgos para las mujeres que se dedican principalmente a estas labores. 

¿Qué podemos hacer? 

– Transformar algunas ideas que perjudican la distribución equitativa de las labores domésticas y de cuidado entre hombres y mujeres. 

– Cambiar roles. Cuidemos de la vida y el entorno juntos y juntas. Las habilidades para las labores domésticas no tienen sexo ni género, participemos de la distribución equitativa de las labores domésticas y de cuidado en casa. 

– Impulsar proyectos sociales que contribuyan a disminuir las sobrecargas de las mujeres especialmente en las labores de cuidado. 

– Posicionar de manera determinada y coherente la necesidad de que en el ámbito nacional se cuantifique e incorpore el aporte de las mujeres al Producto Interno Bruto –PIB– con las labores de cuidado no remuneradas, lo que significa que en las cuentas de la nación figure el costo económico que las mujeres aportamos al país y que son los gobiernos quienes deben reconocer y convertir esas ganancias en beneficios para las mujeres. 

– Incorporar en el campo académico, institucional y comunitario líneas, cátedras y acciones educativas para la igualdad, la equidad y los cuidados de la vida y la dignidad humana.