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Juan David García

En Medellín, Sapiencia pone a rimar la vocación con educación

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Por: Equipo de Comunicaciones Sapiencia. Fotografías: Juan Pablo Londoño, Juda y C15. Editor: Alonso Velásquez Jaramillo. |

«Yo soy colombiano, ‘cumbiambero’, latino, rapero; soy antioqueño, pana, soy andino, soy un pueblo; soy de la tierra del café y figuras en el cielo, soy de la tier...

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  • «Yo soy colombiano, ‘cumbiambero’, latino, rapero; soy antioqueño, pana, soy andino, soy un pueblo; soy de la tierra del café y figuras en el cielo, soy de la tierra de las flores y de los sueños (…)»[1]. Él además es Juda, Juan David García, integrante del grupo de rap C15, parte del equipo principal de Casa Kolacho, profesor de música y estudiante de administración gracias a Sapiencia…pero vamos por partes.

    Sentado en su escritorio, Juda escribe en un tablero con un marcador borrable. Se detiene, piensa y vuelve a escribir. Es esta ocasión no escribe un verso de rap, sino el cronograma de la semana: las clases de rap que dicta, los recorridos del Graffitour, los proyectos en alianza con empresas. Él siempre estuvo convencido de que la vocación, la pasión por el rap y la cultura del hip hop, iban de la mano con el servicio a la comunidad y por eso su mayor escenario es su comuna, la 13, y los espacios de formación que lidera en ese referente de cultura, resiliencia y transformación en el que se ha convertido Casa Kolacho. Solo de la Casa hay mucho por decir, pero esta vez nos centraremos en la historia de Juda que, a su vez, narra la de muchos otros.

    Juda, Juan David García, integrante del grupo de rap C15 – Foto hagalau.net

    Administrar la pasión

    Con su camiseta ancha, su gorra de rapero, caminando entre latas de aerosol y arte fluorescente, uno no se imagina que uno de sus principales roles allí sea como administrador, pero ese es uno de los tantos imaginarios a los que él se ha enfrentado y que en canciones como Vándalos[2] ha intentado derrumbar: “Me miran por encima y les repito no confundas rapero con vándalo, somos familia, somos arte, somos música”.

    Ser un artista no significa que no puedas también tener una carrera, en la Casa tenemos, por ejemplo, un profe de rap que es y ejerce como abogado; tenemos diseñadores gráficos que también son grafiteros; mi hermano es rapero y estudia Comunicación Social, también gracias a Sapiencia. Eso quiere decir que el lado artístico y lo académico no se excluyen; es buscar la manera de que se complementen y ese complemento es el que nos acerca a esa estabilidad económica para tener la satisfacción de decir que puedo vivir del arte”, dice Juda con la convicción que da la experiencia, aunque por mucho tiempo vio su formación académica postsecundaria de dos formas: como un requisito más y como un imposible.

    Cimientos de aerosoles, hip hop y sueños

    Recién había amainado el momento más crudo del conflicto de la comuna 13 cuando Juda se mudó con su familia al barrio Eduardo Santos. Al ser uno de los barrios más pequeños de la comuna, no tardó en reconocer a los niños de la cuadra que también asistían al mismo colegio y de la forma tan natural en que se dan las amistades en esa etapa cuando se está comenzando la adolescencia, Juda, que para entonces no tenía nombre artístico, se hizo amigo de Kolacho y Jairito y con los nuevos amigos llegó una música de sonidos potentes que para él no pasó desapercibida, unos ritmos que no solo disfrutaba escuchar, sino que también lo invitaban a crear: el rap.

    Juan David García

    Juan David García

    Juda explica que el hip hop es un movimiento cultural que abarca expresiones artísticas como el grafiti, en la parte visual; el break dance, como baile; el DJ, como música; el rap, como canto. Un movimiento que nació en Estados Unidos y que sirvió, por ejemplo, para que las pandillas dejaran de pelearse y comenzaran a competir a través del baile. Un movimiento cultural que llegó a él porque lo hacía sentirse identificado con eso que él veía en su nueva realidad y que a través del rap y sus letras quería comprender, digerir, expresar, pero que también lo ayudaban como forma de resistencia.

    Juan David García

    Juan David García

    La movida cultural se convirtió en lo suyo. Casa Kolacho, por razones agridulces se materializó y fue tomando cada vez más fuerza. Juda quería metérsela toda a ese proyecto, trabajar en él incansablemente. A veces le pasaba por los lados el deseo de estudiar, pero él se decía: “pa’ qué estudiar si ya estoy trabajando”, sin embargo, la idea de formarse profesionalmente le retumbaba en el fondo y ese deseo nunca le abandonó, solo necesitaba un espaldarazo.

    Muy mayorcito pa’ eso

    Al principio, tal vez por inmadurez, para lo único que quería estudiar era para tener el cartón, que es lo que piensa mucha gente, porque ya trabajando había muchos proyectos y convocatorias en los que se exige ser profesional en un área específica y yo me estaba quedando por fuera. Entonces lo empecé a ver solo por esa necesidad contractual. Además, trabajar era una prioridad, en mi familia no había ese recurso para una educación profesional y se convirtió en un sueño que fui dejando de lado, hasta que sentí la necesidad de que era algo que sí o sí debía hacer”.

    Juan David García

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    Dar ese paso lo emocionaba y asustaba por igual. Ya habían pasado varios años desde que había salido del colegio y ya se sentía muy viejo para sentarse en la misma aula de clase con pelados hasta 10 años menores que él. Por otro lado, ¿cómo iba a pagarlo? Decidido, se sacudió las dudas y se puso a investigar sobre becas, ayudas económicas, subsidios, pero nada se le ajustaba a lo que estaba buscando.  Hasta que se enteró de que en la Alcaldía de Medellín había algo que se llamaba Sapiencia, donde se podía postular y acceder a diferentes beneficios para su educación profesional. Su rol en Casa Kolacho como actor social fue decisivo para alcanzar el puntaje que anhelaba para poder obtener el cupo, que él sabía, iba a cambiar el rumbo de cómo había proyectado su vida.

    Cuando empezó a estudiar, se dio cuenta de que la edad para comenzar una carrera no lo definía como persona y, que la experiencia adquirida en los años de trabajo previo al estudio, le ayudó a aprovechar y enfocar con claridad los nuevos conocimientos adquiridos para hacerlos útiles para su comunidad y aplicarlos en su cotidianidad. También, comprendió que no contar en un principio con los recursos para avanzar en sus estudios no debía ser un impedimento, que con ganas y empeño se podía buscar el respaldo de Sapiencia para acercarse a sus sueños, que la clave en la vida era serle fiel a su vocación, “lo importante es ir detrás de lo que te despierta esa vocación, es sentir pasión por algo y metérsela toda hasta el punto de conseguirlo, sin excusas. Y para cada persona funciona algo distinto porque cada uno trae un conocimiento, un camino y una historia diferente”.

    Aquí sí hay amor

    Con su camiseta ancha, su gorra de rapero, caminando entre latas de aerosol y arte fluorescente, Juda demuestra que puede subirse a una tarima y soltar versos hábiles, ser un referente en su comunidad, o sentarse a conversar con el alcalde Federico Gutiérrez, para contar su historia y animar a los jóvenes a llevar su educación al siguiente nivel con Sapiencia, porque los imaginarios de lo que es ser o no un rapero han cambiado, porque “aquí si hay amor, hay ilusión, hay corazón, hay sentimientos de gente que lucha por lo que se propone, vive y sueña”,[3], concluye cantando.

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    [1] Canción Cumbia de Barrio, C15 (2017).
    [2] Canción Vándalos, C15 (2016).
    [3] Canción Aquí sí hay amor, C15 (2020).


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